INDICIOS
Esta es una serie de síntomas que se pueden observar en las personas que empiezan o padecen un Trastorno de la Conducta Alimentaría (TCA.) No tienen por que darse todos en casa persona.
- Pérdida anormal de peso.
- Rechazo a realizar comidas en familia.
- Negación de las sensaciones de hambre, cansancio y fatiga.
- Dificultad en reconocer las emociones.
- Alteración del carácter.
- Disminución de las horas de sueño.
- Baja tolerancia a la frustración
- Desinterés o aislamiento social.
- Baja autoestima.
- Actitudes y conductas «extrañas» ante la comida (trocear, jugueteo, levantarse e ir rápidamente al baño, ejercicio tras comer, comer excesivamente rápido…).
- Aumento de ejercicio físico.
- Expresar una clara insatisfacción con su imagen corporal.
- Consumo de laxantes y/o diuréticos sin causa médica.
- Comer muy poco durante el día y grandes cantidades por la noche.
- Levantarse a media noche e ingerir grandes cantidades de comida.
- Verse gordo/a aunque la realidad sea contraria.
QUÉ HACER EN CASO DE DUDA
Una de las características del trastorno es la negación de la enfermedad. Las personas que lo padecen no reconocen tener un problema. El control de la alimentación les proporciona sensación de control y seguridad que defenderán en caso de verse amenazadas. Lo más probable es que reacciones de forma desagradable y agresiva cuando se les habla directamente del trastorno y más si se mencionan las palabras anorexia y bulimia.
En caso de que se sospeche que alguien cercano tenga esto se recomienda:
– Observar su conducta de forma muy discreta.
– Reforzar y mantener la comunicación con la persona posiblemente afectada desviando el tema de la alimentación.
– Interesarse por sus estudios o trabajo, así como por su satisfacción en estas áreas y sus relaciones, evitando la crítica o los consejos autoritarios.
– Si se pretende afrontar la situación es aconsejable: Escoger un momento adecuado, en el que vaya a haber distracciones, interrupciones, que la persona esté tranquila, comunicativa y que no se sienta amenazada o juzgada. Es mejor que sea una o dos personas las que hablen con ella. No sacar directamente el tema de la comida, pues provocará un fuerte rechazo. Dirigir la conversación a cómo se siente esa persona, cómo está su estado de ánimo, su autoestima y sus expectativas a corto y largo plazo. Indicar qué conductas extrañas se han observado, preguntándose uno mismo si tienen algún sentido o causa, evitando la crítica o el decir «lo haces mal». Ofrecer apoyo y ayuda a la persona » por si la quiere o necesita».
– Una conversación de este tipo es mucho más importante lo que la persona diga que lo que la persona le pueda decir a él/ella.
RECORDAD: los trastornos alimenticios se centran en temas de control y si se intenta controlar a la persona enferma, siempre ganará. No se debe acusarla, condenarla, hacerla cambiar de comportamiento, manipularla con sobornos, recompensas, castigos o culpabilidad. Ninguna de estas tácticas funciona.
LA CLAVE ES EL APOYO, es difícil entender esta enfermedad, es invisible a los ojos de los demás, piensan que si consiguen estar delgados/as sus problemas desaparecerán.
Si se consigue que la persona se responsabilice de su comportamiento mientras la tratamos con dignidad y comprensión, es mucho más probable que ésta busque ayuda e inicie el cambio.